sábado, 20 de marzo de 2010

Lo nuevo de F.H.


Hace dos meses que Françoise Hardy cumplió los 66. Y sigue igual. Igual de natural, igual de prudente e igual de talentosa con su voz. El cabello blanco y un único detalle de pintarse la raya de los ojos, como antiguamente, como ya hacía en 1964, le alejan de parecerse a las señoras de su edad que aman la exageración. Su nuevo disco, 'La pluie sans parapluie'* ('La lluvia sin paraguas'), estará en las tiendas en diez días y ya tiene single: 'Noir sur blanc'.

En 2006, Juan Pablo Silvestre, en una entrevista que le hizo en 'Mundo Babel', Radio 3, le preguntaba por su relación con las estrellas de rock de la época cuando a mitad de los 60 visitaron París:

- "Los Beatles, los Stones, Bob Dylan... me sentía muy pequeñita a su lado... Todos me fascinaban aunque mi favorito era Mick Jagger, él estaba por encima del resto, era irresistible desde cualquier punto de vista, por su carisma y su presencia escénica. En conjunto prefería las canciones de los Beatles a las de los Stones, pero individualmente tenía especial predilección por él...".


Françoise Hardy y Mick Jagger retratados en Londres en 1965 por Jean-Marie Périer, su pareja en esos momentos.

*Radio France le dedica un especial donde se puede escuchar el disco entero que se edita digitalmente el 22 de marzo y físicamente el día 29.

** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

martes, 16 de marzo de 2010

Déménager (del 9e al 14e)

"Así, que ésta era la maravillosa suite de que hablaba en Nueva York. ¡La rue Lafayette! Allí, en Nueva York, me parecía que debía de ser una calle importante. Creía que sólo millonarios y mercaderes de perlas vivían en esa calle. Cuando estás al otro lado del charco, parece algo maravilloso, la rue Lafayette. Lo mismo ocurre con la Quinta Avenida cuando estás aquí. No puedes imaginar las pocilgas que hay en esas calles elegantes".

(Henry Miller en 'Trópico de cáncer').

sábado, 13 de marzo de 2010

Des américaines à París: Lila Downs


Cuando Lila Downs (Oaxaca; México, 1968) canta la versión de 'Perhaps, Perhaps, Perhaps' popularizada por Nat King Cole, a ojos desconocidos, es una expatriada que vive en Nueva York. Pero cuando entona 'La cumbia del mole', de cosecha propia, representa la voz de su comunidad indígena -los mixtecos- de Oaxaca, donde reside en periodos invernales como ahora.

Es la cara y la cruz de llevar un apellido yanqui, aunque a diferencia de muchos otros artistas crecidos a caballo entre norte y sur, ella mantiene las dos identidades con pulcritud, sin que una contamine a la otra para desgracia de esa tercera vía llamada spanglish. "Mi vida ha sido un intercambio de culturas un poco doloroso por cuestiones políticas pero enormemente rico porque el origen indígena de mi madre le da mucho sabor a mi familia", afirma con orgullo al otro lado del hilo telefónico.

La suya es una existencia tan casual como extraordinaria de la que tuvo culpa un ave migratoria. "Mi padre era cineasta y biólogo. Él seguía un pato que emigra de Canadá a la península del Yucatán y así es como conoció a mi madre, que cantaba en un lugarcito donde él se enamoró".

Sin embargo, su primer disco en directo, que ahora presenta en nuestro país, no lo ha grabado ni en México ni en Nueva York sino en París, y se forma por 15 temas escogidos "bajo el criterio exclusivo del público". 'En París' -la gira y el álbum- es un carnaval multicultural y multiinstrumental formado por nueve experimentados músicos de diferentes nacionalidades entre los que figura Paul Cohen, marido y supervisor de la carrera de Lila.

En él, esta versátil artista recoge parte de su ya extenso currículum -tiene seis discos de estudio- con un arropo masculino -todos son hombres- que subraya su atractivo azabache de hechicera ancestral: "No creo que la tradición esté reñida con la sensualidad. En Occidente se cree que si una chica porta trenzas no es sensual, pero en las montañas de Oaxaca o del Michoacán a los hombres les encantan»", afirma la misma mujer cuya necesidad biológica de ser madre se vio frustrada hace cuatro años.

El empujón para salir de aquel bache se lo dieron su compañero sentimental y sus amigos, entre los que están Bunbury y LaMari de Chambao. Ambos participaron en 2009 en su disco 'Ojo de culebra', nominado a un Grammy, que le propulsó dentro del mercado estadounidense. Allí el término latino y sus escisiones musicales se diluyen en la propia reinvención de la palabra para poder resumir una realidad compleja que supera al reino de Obama. Ella se posiciona al respecto: "No creo que la concepción de lo latino nos afecte negativamente, aunque a veces se utilice de manera política".

Ahora se divide -como de costumbre- entre norte y sur, con un proyecto para Broadway y, sobre todo, un disco de mariachis, a sabiendas del aluvión de críticas venideras por parte de quienes le reclaman su lado contestatario e indígena: "Tengo la oportunidad de hacer algo que me apasiona y, aunque haya voces disconformes, lo voy a hacer". Lo dice con tanta amabilidad y dulzura que su tono de voz lima la contundencia perpetrada por escrito. Chavela Vargas le ha cedido oficialmente el testigo; si no canta ella mariachis, ¿quién lo va a hacer?



* Entrevista por Cristina Álvarez Cañas para Metrópoli (El Mundo), 12 de marzo de 2010.