domingo, 30 de marzo de 2014

Los escombros de París




Al igual que tenemos a Vila Matas como encarnación del testimonio parisino, contamos con Antonio Muñoz Molina como cronista al otro lado del Atlántico. La exposición en el Metropolitan Museum sobre el fotógrafo Charles Merville y sus instantáneas en el París en ruinas del barón Haussmann han plasmado otro nuevo intercambio cultural y periodístico entre las dos ciudades:

"París tenía que ser parcialmente derruida para ser inventada, para convertirse de manera definitiva en París. La gran ciudad que nos parece ahora el fetiche máximo de una monumentalidad urbana tan sagrada que no admite la menor modificación resulta haber nacido de un empeño renovador y destructivo que ahora sería visto como un sacrilegio, un acto de barbarie que ningún Gobierno no despótico se podría permitir. A los que llegamos de países en los que da la impresión que todo está siempre a medio hacer y que nada es muy sólido y nada dura, y todo va saliendo siempre como manga por hombro, París nos abruma con la solemnidad de lo definitivo, de lo casi opresivamente invariable. No solo los edificios oficiales y los grandes teatros y los cafés han estado allí desde siempre: hasta los camareros tienen un severo aplomo de dignatarios, de funcionarios de por vida. Cuando veo uno de esos lycées de París, con sus sillares y dinteles imponentes, sus banderas tricolores y sus letreros de Republique française, y cuando los comparo con los escuálidos institutos españoles de secundaria, me da una melancolía rencorosa de ilustrado español".

'Los escombros de París' - Antonio Muñoz Molina en El País.


domingo, 14 de octubre de 2012

Grita cuando te quemes

"Vació el vaso y se incorporó. Cogió Resistencia, rebelión y muerte de Camus... Leyó unas páginas. Camus hablaba de la angustia y el terror y de la miseable condición del Hombre, pero hablaba de ello de un modo tan florido y agradable... su lenguaje... uno tenía la sensación de que las cosas no le afectaban ni a él ni a su forma de escribir. En otras palabras, las cosas igual podrían ir sobre ruedas. Camus escribía como un hombre que acabara de darse una buena cena con bistec, patatas fritas y ensalada, todo regado con una botella de buen vino francés. Tal vez la humanidad sufriera; él no. Tal vez fuera un sabio, pero Henry prefería a alguien que chillara cuando se quemaba".

'Música de Cañerías' - Charles Bukowski. 1983.

martes, 21 de febrero de 2012

París de cine I



Acostumbrados al bombardeo de las producciones hollywoodienses y a su época dorada de los años 40, a veces se nos olvida que el séptimo arte nació y creció en París a finales del siglo XIX. También suele ser recurrente identificar el cine francés con el concepto vanguardista, y en ocasiones sesudo, que propugnaba la experimental Nouvelle Vague sin reparar en que los primeros fotogramas de los hermanos Lumière correspondían a una imagen tan cotidiana como la llegada de un tren a una estación.

De polvo de estrellas la ciudad del Sena está bien salpicada. Un gran plató de cine que rezuma Historia e historias y que ha servido de decorado a multitud de directores. Paseando por París es fácil recrear escenas de la gran pantalla si se tiene buena memoria cinematográfica. Por ejemplo, Antoine Doinel conversa con el ex amante de su madre entre las tumbas del cementerio de Montmartre en ‘L'amour en fuite’ (‘El amor en fuga’), de François Truffaut, la protagonista de ‘Amélie’, Amélie Poulain, se evade del mundo en el Canal de St. Martin o Marlon Brandon da comienzo a ‘El último tango en París’ sobre el puente de Bir Hakeim.


Del mismo modo, ‘Les rendez-vous de Paris’, (‘Las citas de París’), de Eric Rhomer, o la más reciente ‘Paris, je t'aime’ suponen auténticas radiografías de la ciudad. El último director en sucumbir y ensalzar los misterios de la isla de Francia ha sido Woody Allen. En ‘Midnight in Paris’, la mismísima primera dama, Carla Bruni, se ponía a las órdenes del estadounidense para hacer un cameo durante el rodaje en los jardines del Museo Rodin.

En definitiva, la ciudad entera sigue el rastro de los cientos de personajes que por ella han vagado y aquí resumimos por barrios algunos de los lugares más interesantes para el viajero cinéfilo.

ÓPERA-MADELEINE
1) Le Grand Café des Capucines
(Boulevard des Capucines, 14. Metro: Ópera)

Fue en el Salon Indien de este café cercano a la Ópera Garnier donde los hermanos Auguste y Louis Lumière exhibieron en 1895 ‘Sortie des udines’ (‘Salida de la fábrica’), la primera proyección pública a través de un cinematógrafo. Y un año más tarde, aquella en la que los espectadores salieron huyendo impactados por las imágenes en movimiento de una locomotora aproximándose hacia ellos. Hoy tan sólo queda una discreta placa conmemorativa en medio del trajín de un hotel y de las tiendas de alrededor en este barrio de alta alcurnia.

GRANDES BULEVARES
2) Le Grand Rex (Boulevard Poissonnière, 1. Metro: Bonne Nouvelle)
Referirse a Le Grand Rex es apuntar al enclave que el común de los parisinos identifica con el cine de alfombra roja y majestuosas premières. Superviviente a la ocupación nazi y nombrado monumento histórico nacional en 1981, cuenta con la sala de mayor capacidad de la ciudad (2650 butacas). Los precios son algo elevados pero es una excelente opción si se viaja con niños ya que, amén de la exclusiva sala 3D, posee un divertido e instructivo museo entre bastidores.

BERCY
3) La Cinemateca Francesa (Rue Bercy, 51. Metro: Bercy)

Lugar de culto por excelencia actualmente emplazado al sureste de la gran urbe. Allí respira junto al parque de Bercy el edificio inaugurado en 2005 en el que se adivinan las formas del arquitecto Frank Gehry. Henri Langlois, uno de los fundadores en 1936 de la cinemateca francesa, es toda una institución en Francia y concibió este espacio como centro global para la investigación, divulgación y conservación del cine.
En su amplio anecdotario se inscriben los altercados derivados de las revueltas de Mayo del 68, cuando el propio Langlois fue destituido tras apoyar la conducta rebelde de varios cineastas como Godard o Jean Renoir, y el incendio de 1980 en el que desaparecieron 7.000 títulos. Hoy en día su fondo de catálogo asciende a 40.000 películas y los 6,50 euros que cuesta la entrada permiten ver uno de los filmes de los ciclos programados. Dispone además de una biblioteca, un museo, una cafetería con terraza y una librería con interesante material bibliográfico y audiovisual.

CAMPOS ELÍSEOS
4) Le Balzac (Rue Balzac, 1. Metro: George V)
Inaugurado en 1935 por un emigrante ruso, este cine de arte y ensayo situado en plenos Campos Elíseos es uno de los pocos conservados a la ribera derecha del Sena. Dedicó sus primeras proyecciones a los filmes americanos de preguerra y tras la liberación de París, en 1944, comenzaron a visionarse trabajos de directores franceses. Sus tres salas fueron reconstruidas en 1993 y los más de 1.200 socios alaban el apoyo que se da a los cineastas noveles. Para hacerse una idea del prestigio adquirido durante todos estos años basta señalar que en 2005 Jacques Chirac otorgó la Legión de Honor al nieto de su fundador, Jean-Jacques Schpoliansky.

INVÁLIDOS
5) La Pagode (Rue de Babylone, 57 bis. Metro: Saint-François-Xavier)

Sin duda, pocos podrían imaginar que tras este singular edificio -una auténtica pagoda china- se esconde una de las salas de cine más originales de todo París. Heredera de los caprichos de la alta clase parisina, fue ordenada construir en 1895 por el dueño del lujoso centro comercial Le Bon Marché en declaración de amor a su esposa. Desde 1931 programa películas de autor y la peculiar experiencia puede completarse degustando un té en un verdadero jardín oriental.

MONTMARTRE
6) Le Studio 28 (Rue Tholozé nº 10. Metro: Blanche o Abbeses)
Otro de los míticos recintos que merece mención aparte. Su nacimiento se produjo en 1928, empapándose de la bohemia de Montmartre, cuando el surrealismo abanderaba las vanguardias europeas. Buñuel proyectó aquí su 'Edad de Oro', momento en el que un grupo de extrema derecha aprovechó para irrumpir y destrozar la pantalla. Tras la guerra, otro cineasta, Jean Cocteau, la impulsaría bajo el sobrenombre de “La salle des chefs d'oeuvre. Le chef d'oeuvre des salles” (“La sala de las obras maestras. La obra maestra de las salas”). Actualmente, Lars Von Trier Alejandro González Iñárritu y las últimas andanzas de Shrek conviven en su variadísima oferta.

BARRIO LATINO
7) Le Quartier Latin (Metro: Saint-Michel)

El área estudiantil por excelencia de la ciudad es también el gran baluarte del cine de arte y ensayo por la cantidad de ellos que se mantienen en funcionamiento. Los alrededores de la Sorbona parecen el lugar preferido para la discusión sesuda entre de aquellos que militan en escuelas de cine y universidades debatiendo sobre la influencia de Hichtcock en el cine francés o el papel de la mujer en la obra de Pedro Almodóvar. Tres ejemplos de estos pequeños reductos del séptimo arte son L'Accattone (rue Cujas, 20), en homenaje a Pier Paolo Passolini, Le Cinema du Panteon (Rue Victor-Cousin, 13), la sala más vieja de París que data de 1907 y a donde Jean-Paul Sartre acudía a ver sus admirados westerns americanos, y Le Saint-André-des-Arts (rue Saint-André-des-Arts, 30), en la que se exhibieron los primeros trabajos de Michael Moore y Ken Loach.

BIBLIOTHÈQUE
8) MK2 Bibliothèque (Avenue de France, 128-162. Metro: Bibliothèque-François-Miterrand)
Con 13 salas donde sólo se proyectan películas en versión original, y localizado en una de las zonas más modernas de París, al lado de la espectacular biblioteca dedicada al antiguo presidente francés François Mitterrand, este multicine posee tres tiendas especializadas donde hacerse con memorabilia variada a buen precio. Puede que semejante plan quede reservado únicamente a una tarde de lluvia, sin embargo, conviene saber que, en Francia, en las grandes franquicias como MK2 o UGC, el coste desorbitado de una entrada se ve compensado con un sistema de abono mensual (menos de 20 euros) que da acceso ilimitado al espectador.

(... sigue)

** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

*** Publicado originalmente en el portal de viajes OchoLeguas.com, de Elmundo.es, en febrero de 2012.

París de cine II (datos útiles)

CÓMO LLEGAR:

La mejor manera para llegar a París es el avión: el trayecto dura una hora y cincuenta minutos. Iberia ofrece buenas tarifas si se compra el billete con cierta antelación y las compañías de bajo coste Easy Jet y Ryan Air también ofrecen un servicio regular a la capital de Francia.

DÓNDE DORMIR:

Por su tradición, se aconseja el Barrio Latino para pernoctar si se quiere bucear en las salas de arte y ensayo y librerías de la zona.

- Hôtel St- Jacques (Rue des Écoles, 35. Tlf. 01 44 07 45 45) Cary Grant y Audrey Hepburn rodaron algunas escenas de la película ‘Charade’ en este hotel de 38 habitaciones y vistas al Pantheon.

DÓNDE COMER:

- Planet Hollywood (Avd. Campos Elíseos, 78. Tlf. 01 53 83 79 86) Una franquicia internacional que nunca decepciona si se pretende una cena ambientada en la meca del cine. No faltan reminiscencias a pelis como Pulp Fiction ni a personajes como Marilyn Monroe.

- Le Fouquet's (Avd. Campos Elíseos, 99 Tlf. ) A muy pocos metros de distancia, la réplica a Hollywood se la da este restaurante encargado de servir la cena de después de los premios César, los máximos galardones de la Academia Francesa de Cine.

- Café Les Deux Moulins (Rue Lepic, 15. Tlf. 01 42 54 90 50) Amélie Poulain lo hizo popular en la película que llevaba su nombre pero sus croques confirman por sí mismas que la parada merece la pena.

- Le Cinéma des Cinéastes (Avd. de Clichy, 7. Tlf. 08 92 68 16 50) Este cine club fundado por varios miembros del Sindicato de Autores y Realizadores Franceses (ARP) goza, además de la estructura metálica de la sala firmada por Gustave Eiffel, de un bar de vinos donde planear un encuentro original.

DATOS ÚTILES:

- La web de la oficina de turismo muy completa y en castellano: http://es.parisinfo.com/
- Cinemateca francesa: http://www.cinematheque.fr/
- Programación por barrios de las principales salas: http://www.premiere.fr/horaire/cinema/paris

LOS IMPRESCINDIBLES:

Francia es el primer productor de cine en Europa. La repercusión del séptimo arte en la vida social de los parisinos traspasa la pantalla debido a los numerosos video-clubs, bibliotecas, librerías, museos y festivales que existen.

Museo del cine (Rue de Bercy, 51 Tlf. 01 71 19 33 33) El vestido de Vivian Leigh en ‘Lo que el viento se llevó’ y una réplica del robot de ‘Metrópolis’
justifican ya su visita centrada fundamentalmente en los orígenes del oficio.

Vídeo-clubs y tiendas:

- Boulinier (Blv. Saint Michel, 20. Tlf. 01 43 26 90 57) Céntrico establecimiento especializado en compra-venta. Libros, discos y DVD's de ocasión.
- Vidéosphère (Blv. Saint Michel, 105. Tlf. 01 43 2636 22) Los 30.000 filmes en alquiler y los 3.000 a la venta lo convierten en el lugar idóneo para quien aún no haya encontrado el título que busca.
- Album (vidéo) (Rue Dante, 7. Tlf. 01 43 25 54 76) Dedicado a los amantes de la
ciencia ficción y de las películas de serie B.

Librerías: La oferta es amplia y diversa. Casi en cada librería parisina es posible encontrar un rincón dedicado al celuloide:

- Cine Reflet (Rue Monsieur-le-Prince, 14. Tlf. 01 40 46 02 72)
- Scaramouche (Rue Saint-Martin, 161 Tlf. 01 48 87 78 58)
- La Hune (Blv. Saint Germain, 170 Tlf. 01 45 48 35 85)

Festivales y cine al aire libre:

- Festival Paris Cinema: Se celebra en varias salas de la ciudad a comienzos del mes de julio.
- Le Parc de la Villete: En este prodigioso parque todos los veranos se celebran sesiones de películas clásicas por dos euros la entrada.
- Belleville en vues: De mayo a septiembre proyecciones gratuitas en los parques, plazas y jardines del barrio de Belleville.


** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

*** Publicado en el portal de viajes OchoLeguas.com, de Elmundo.es, en febrero de 2012.

martes, 3 de mayo de 2011

'¡Qué animal!'

"A veces mi sentido de la ironía alcanza a París mismo, y me gusta Nueva York. Diría más: cada vez que alguien nombra a Duchamp pienso que mi vida ha estado siempre equivocada y que, en vez de vivir en Barcelona y estar enamorado de París, debería haberme dejado de tantas zarandajas y haber vivido siempre en Nueva York, en el apartamento de Duchamp, por ejemplo. Y leer allí a Hemingway, leer en un comfortable sillón sus hazañas de cazador, pescador, amante, boxeador, reportero de guerra y bebedor. Y pensar todo el rato: ¡Qué animal!"

***
"Nada en la vida es inmutable, todo es modificable. Yo, por ejemplo, podría irme a vivir a Nueva York, que es lo que en el fondo deseo. Podría instalarme en un apartamento en Nueva York en vez de estar en Barcelona comentando que París no se acaba nunca. Nada es inmutable, todo es modificable".

'París no se acaba nunca' (2003) - Enrique Vila-Matas

lunes, 30 de agosto de 2010

La primera ópera afroamericana

Cartel de 'Treemonisha 2010'

En 1911, el compositor estadounidense Scott Joplin, célebre por sus ragtimes, urdió sin saberlo un argumento tan universal que su vigencia permanecería intacta casi un siglo después.

'Treemonisha' fue la primera ópera afroamericana y, estilísticamente, supuso un puente entre los patrones de la música clásica y la música jazz.

Estrenada en 1915, en una sala de Harlem y con el propio Joplin al piano, la obra no volvería a rescatarse en Estados Unidos hasta mediados de los años 70. Esta resurección contempló también su primer registro fonográfico y la gran puesta de largo en Broadway con la que su autor había soñado.

La historia narra, a modo de fábula, la lucha de una mujer negra que reclama la alfabetización de su pueblo como única vía de salvación ante la exclusión social y la supeditación que sufren ella y los suyos. De alguna manera, la vida de Joplin queda plasmada en su obra ya que su formación musical la obtuvo gracias a las facilidades que le propició la familia blanca para la que su madre trabajaba.

Esta primavera la española Blanca Li fue la encargada de presentar un montaje que, por primera vez, cien años después, se escenificaba en la capital gala.

Bajada de telón en el Teatro Châtelet


* Texto: Cristina Álvarez Cañas

jueves, 26 de agosto de 2010

Los 70 años de la Resistencia



En 2010 Francia ha conmemorado el 70º aniversario de la llamada que el General De Gaulle hizo a la resistencia desde Londres, el 18 de junio de 1940, desencadenada por la ocupación nazi.

La gran columna vertebral de todos estos actos rememorativos es una ambiciosa exposición en Los Inválidos, abierta al público desde el pasado mes de junio, como la que ya inaugurara Nicolás Sarkozy hace un par de años.

También, en el Hôtel de Ville -el ayuntamiento de París- se ha desplegado un gran mural con el rostro del presidente galo confeccionado de pequeños recuadros que a su vez recogen las imágenes de muchos de los que se unieron al movimiento.

El Hôtel de Ville parisino

El pasado 14 de julio, día de la bastilla, ha sido uno de los más festejados de los últimos años por ese motivo. Los franceses dedican una enorme partida de sus presupuestos anuales a homenajes patrióticos y a recordar los valores que representan a la nación desde la Revolución Francesa. En cuanto a sus muertos, París también está llena de referencias más o menos explícitas en plazas, casas, puentes y parques. Una lección de historia constante.

El 26 agosto de 1944 tuvo lugar el desfile de la victoria sobre los Campos Elíseos que señalaba la liberación de la ciudad. Algunas imágenes de archivo de este momento y de la hermandad entre los soldados franceses y americanos se recogen en la película 'La última vez que vi París' , un melodrama que protagonizó Elisabeth Taylor en 1954.

Como se puede ver en una secuencia del filme, una llama siempre encendida sobre la 'Tumba del Soldado Desconocido', situada bajo el Arco del Triunfo, recuerda, en una ceremonia que aun hoy ocurre cada día, a los caídos en la guerra.

Pero todos estos homenajes no sólo conciernen a franceses, americanos e ingleses, también lo hacen a españoles, a los que participaron en la Resistencia. Por ejemplo, el ex presidente de la II República Largo Caballero pasó parte de su exilio en París en un campo de concentración nazi y luego sería enterrado junto con más compatriotas en el cementerio Père Lachaise*.


Estatua del General De Gaulle a las puertas del 'Grand Palais'

* El cuadrante noreste del cementerio Père Lachaise está dedicado a parte de los españoles exiliados en Francia tras la Guerra Civil.

** Texto: Cristina Álvarez Cañas

miércoles, 25 de agosto de 2010

'Voyeaur' con discrección

Vistas al Panteón de París


La cara fotográfica más conocida de París casi siempre nos lleva al pasado. Cientos de imágenes de prestigiosos fotógrafos como Robert Doisneau o Willy Ronis muestran el pálpito de la ciudad a lo largo del siglo XX. Postales en blanco y negro y otros materiales gráficos vendidos en las librerías del Marais y del Barrio Latino y en las que se recoge la cotidianidad de la ciudad.


La interesante obra de la joven artista Floriane de Lassée (París, 1977) rompe con todos estos cánones. El París que ella muestra es un París futurista e inmenso, en conexión con otras megalópolis del globo, donde contrapone la enormidad de la urbe con la intimidad del hogar, a la que ella se asoma con discrección.

Estambul, Moscú, Nueva York, Tokio, Shanghai, Dubai y Las Vegas han sido fotografiadas desde las alturas para una colección que ha titulado 'Inside Views' y que hasta el 9 de septiembre se exhibe en la Alianza Francesa de Madrid.


Niebla verde en Pekín



Más que una fotógrafa de "clic-clac" -como ella misma cuenta-, todo el día con la cámara en mano, de Lassée se ve como una artista plástica que disfruta experimentando con la composición y los colores. Su obsesión por el negro se alimenta de la nocturnidad, sin embargo, en su trabajo, la oscuridad queda aminorada por las luces artificiales y el rastro que éstas dejan tras de sí.



Enjambre de luces (NYC)



Esta asombrosa y elegante mirada, que a muchos les sugiere pasajes de películas como 'Blade Runner' o 'Lost in Translation', tuvo su origen en el tiempo que Lassée pasó estudiando en Nueva York, entre los años 2003 y 2005.

"Mi primera intención fue fotografíar la ciudad, arquitectónicamente hablando, desde mi terraza, pero más tarde comencé a observar a mis vecinos. Mi habitación daba a la sala de recreo de una de las comisarías del East Village y era muy divertido ver a los policías de uniforme jugando al ping-pong".

Desde entonces, tiene predilección por la instantánea que combina una figura humana en primer plano y en contraposición un horizonte urbano inmenso. Así es como ella retrata los hormigueros humanos de todas esas ciudades que nunca duermen.

Panorama neoyorquino con el Empire State de fondo en 'Inside Views'

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

martes, 24 de agosto de 2010

El regreso del rabino

En el verano de 2009, Leonard Cohen ofreció la que fue la gira de continuación de su inesperado regreso de 2008 con su celebrado doble álbum en vivo 'Live in London'.

Además del siguiente reportaje, dentro del especial dedicado al canadiense en la revista Metrópoli se incluían los testimonios de algunas caras conocidas de la cultura española y la significación que el artista judío había tenido en sus vidas.

Javier Crahe, retirado de la vida pública como Cohen, decía lo siguiente: "Es el artista vivo que más me gusta. Hará unos 20 años, en una visita a España, le saludé en un hall de un hotel, le comenté que mi mujer era canadiense y cuando la vio me dijo: 'You're a lucky man'. Fue curioso porque hacía un año me lo había encontrado en un cafe de la plaza de los Vosgos, en París, y no me había atrevido a decirle nada'".


Leonard Cohen sonríe


Leonard Cohen en Londres

En 1998, Leonard Cohen, con 64 años y en medio de un deliberado recogimiento, fiaba para largo una posible reconciliación con los escenarios: "No creo que vuelva a hacer una gira, pero nunca digas jamás, porque nunca se sabe cuándo puedo tropezar con otra excepcional botella de vino tinto".

Se lo confesaba por entonces a su traductor al castellano, a la postre amigo y confidente, Alberto Manzano. Diez años más tarde, el canadiense aparecía con una copa de rioja durante su actuación en el FIB Heineken. Aquél supuso su primer ciclo de conciertos en 15 años y la primera visita a España en otros tantos.

Pero la gira de regreso de 2008 no significaba que Mr. Cohen tuviera que desdecirse de sus palabras sólo por haberse tomado una o dos copitas de más. Su situación económica era de dominio público. Había sido desvalijado por su mánager y amante, que se llevó cinco millones de dólares de su cuenta corriente, dejándole la ridícula cantidad de 150.000 dólares para alguien que contaba por millones las ventas de sus discos.

Etapa Zen


De este feo culebrón surgió el tour que le devolvió al trasiego habitual de una estrella, un estatus del que había huido en 1994 cuando ingresó en un monasterio zen californiano. Compartía por la naturaleza y por este dogma el mismo interés que en su día manifestó el beat Gary Snyder, frente a los urbanitas de Kerouac y compañía, con quien Cohen había coincidido tiempo atrás.

Lo que no sabía el monje reservado es que a la salida de la madriguera le esperaría ansioso su público de siempre y una legión de nuevos fans que ya tenía pocas esperanzas de verle en directo.

Londres abrió la veda de aquellos 84 conciertos de 2008, a los que asistieron más de 700.000 personas y cuya única cita en España fue Benicàssim. Un trajín que, lejos de empujarle otra vez al cultivo de su espiritualidad, le procuró nuevas energías. A principios de este año, Cohen anunciaba otra gran gira con parada también en nuestro país.

Las malas lenguas afirman que el canadiense sigue necesitando dinero, pero las especulaciones no afectan a alguien tan acostumbrado a los altibajos comerciales. Desde el éxito de su primer disco ('Songs of Leonard Cohen', 1967), ha sobrevivido a varias temporadas irregulares que finalmente darían con su resurrección en 1988: 'I'm Your Man'.

Y nunca ha negado que el salto de la literatura a la música lo desencadenara una factura sin pagar. Pero tampoco le pesó ningún conflicto artístico. Así se lo ha reconocido al propio Alberto Manzano: sus versos, musicados o no, son lo mismo, no encuentra distinción entre poesía y canción.

Otro brete son las vicisitudes emocionales de quien fue catalogado por la prensa como el "depresivo no químico más poderoso del mundo". Sucedió en 1975, el padre, esposo y amante de Suzanne tocó fondo. Abrumado por sí mismo y por su triple responsabilidad, Cohen se retiró a la isla griega de Hydra, donde años atrás había conocido a otra de las mujeres de su vida, Marianne.

En España

Ahora, ese mismo hombre se encuentra bien, exhibiéndose con orgullo por los escenarios de medio mundo a sus casi 75 años y disfrutando en su vejez de un cariño ajeno que había despistado. Es como si pretendiera alargar la buena racha (lo que dure ésta) porque quizás sepa que la próxima vez que se retire será para siempre.

En esta gira de 2009, la agenda de Cohen ha sido generosa con nuestro país (tiene previstos nueve conciertos entre julio y septiembre) como lo está siendo el público español con él: Vigo y Gerona ya cuelgan el cartel de 'no hay entradas'.

Hace 35 años, en 1974, pisó por primera vez España para dar dos recitales, uno en Barcelona y otro en Madrid. Por entonces acababa de editarse 'New Skin for The Old Ceremony' y su portada, que mostraba a dos ángeles haciendo el amor, fue censurada por el franquismo colocando alas donde no las había.

Él voló, regresó a Montreal, pero la relación que le unía a España era vieja y encerraba una regresión adolescente. En ella, Lorca tenía que ver todo. Aquél fue poeta en Nueva York, y el canadiense quiso serlo en Granada tras descubrir a los 16 años una conexión mística con el genio andaluz de la que nunca se ha desprendido.

La vena flamenca de Cohen explotó, por casualidad, gracias al otro trocito de corazón gitano que guarda en Granada: Enrique Morente. En 1993, Manzano lió de buena gana al gran rebelde del género para grabar un disco donde llevar a su terreno las canciones del poeta judío. Hoy, 'Omega' (1996) es tenido como uno de los álbumes más importantes de la música española.

Todos los clásicos

De Lorca, en el repertorio actual permanece 'Take This Waltz'. En todas las ciudades, el 'setlist' ha sido idéntico (una escogida colección de sus grandes clásicos) y todo apunta a que no habrá demasiados ajustes en las fechas españolas. Casi con total seguridad quien pague una entrada podrá escuchar su canción favorita de Cohen.

Es el agradecimiento de alguien que hoy gasta sombrero y maneras de sabio poco dispuesto a dar consejos. Su placer está en complacer, y desprende sobre los escenarios una elegante soberbia que en él suena modesta: "Nací así, no tuve elección, con el regalo de una voz de oro", cantaba y canta en 'Tower of Song', porque ésta también la incluye.

Lo que ocurra después del tour (que cierra filas el 21 de septiembre en Barcelona) ya se verá. En 2009, la barba de rabino de Leonard Cohen se ha evaporado, igual que él lleva haciendo toda su vida. Un Guadiana que aparece y desaparece cuando lo cree necesario.

De momento, lo vemos, pero sólo hasta que Jikan ('El silencioso', como le llaman en su círculo zen) estime conveniente volver a callarse. Entonces todos diremos amén, o como se diga en la religión de Buda.

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

lunes, 23 de agosto de 2010

'Je ne veux pas travailler' (des vacances)


Acaban de estar de gira por España, el 27 de julio en Madrid y el 28 en Barcelona. Los norteamericanos Pink Martini se hicieron conocidos hace ya algunos añitos con una de esas canciones que todo el mundo tararea pero que pocos aciertan a dar con el nombre. Eso debe de ser porque, en el fondo, a pesar de su dilatada carrera, los discos se los toman con calma -cuatro trabajos han grabado en doce años- y, además, tampoco son habituales de los medios de comunicación.

Aquel tema, que se llamaba 'Sympathique' y que se reconoce sobretodo por el pegadizo estribillo -'Je ne veux pas travailler' ('yo no quiero trabajar')-, es la banda sonora perfecta de cualquier tarde de agosto o de domingo perezoso.

Pudiera pensarse que fue Edith Piaf la primera en interpretarlo pero no, viene firmado por el pianista e ideólogo de Pink Martini, Thomas M. Lauderdale, y por su cantante, China Forbes.

El combo juega así al despiste en un repertorio atemporal donde coexisten versiones de temas populares de décadas pasadas junto a su propia reinterpretanción de esos mismos estilos musicales: el bolero, el swing, el lounge... Lo que también explica que utilicen varios idiomas, no sólo el francés o el inglés, para confeccionar sus trabajos: se decantan por el castellano, portugués, italiano y hasta por el japonés.

El éxito internacional de esta 'orquesta' itinerante, que es recibida como un acontecimiento espectacular durante sus giras debido a su gran número de músicos sobre el escenario, se disparó en Francia aunque, durante la presentación de su cuarto y reciente álbum, 'Splendor in the grass', el propio Lauderdale acaba de confesar su última gran conquista: Turquía.






* Pink Martini actuando en el show de David Letterman el 14 de junio de 2007.

** 'Hey Eugene!, ¿Te acuerdas de mí? ... me dijiste que era la mejor bailarina de salsa con la que jamás te habías cruzado en la ciudad de Nueva York'.

*** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

domingo, 22 de agosto de 2010

Rosenvinge & Biolay

El pasado 21 de junio, Día de la Música, Benjamin Biolay dejó plantada a Christina Rosenvinge, con la que tenía que interpretar 'La idiota en Mi (Mayor)', canción que ambos habían grabado esta primavera en París.

Hace un par de años, Rosenvinge -ex neoyorquina de adopción, junto a su ex marido el escritor Ray Loriga, y que facturó en su día una trilogía enteramente en inglés- contestaba así a las preguntas planteadas desde la revista Metrópoli:

'Vivo en el caos interior y exterior'



Como bien dice en una de sus canciones, Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) ya no es ninguna chiquilla, aunque el tiempo se haya aliado con ella para hacernos creer lo contrario. Sus más de 20 años en el mundo de la música dejan una trayectoria bilingüe y bien estructurada en la que su reciente último disco, 'Tu labio superior', supone el comienzo de un nuevo ciclo.

Los límites de la complejidad humana que ha sabido describir con tanta picardía como inteligencia en estos sus once nuevos temas resultan casi tan atemporales como su autora.

Pregunta.- Artísticamente, parece que no le gusta romper abruptamente con el pasado. Tu labio superior comienza con una colaboración de Nacho Vegas, con quien el año pasado publicó Un verano fatal, y sus álbumes siempre han ido en bloques diferenciados.

Respuesta.- Bueno, todo lo que hago está relacionado. No hay una frontera violenta. Las canciones van surgiendo de manera natural y se van agrupando en discos que, en mi caso, cumplen etapas. Hice dos con Alex y Christina, luego tres en solitario, más tarde vinieron los que hice en inglés y éste es posible que tenga continuidad.

P.- ¿De qué se alimenta su universo literario?

R.- Con este disco estaba leyendo un libro de poemas de Bertolt Brecht y creo que ha influido de una manera indirecta ese mundo violento e irónico, reflejado al mismo tiempo con tanto desparpajo.

P.- ¿A qué le dedica más tiempo, a leer o a escuchar música?

R.- A escuchar música. Leer, tal y como es mi vida últimamente, es un lujo escaso.

P.- Ha precisado mucho en el vocabulario, incluso en las canciones más sencillas, como Tu boca.

R.- Creo que la autodepuración es una de las virtudes fundamentales que hay que tener en este trabajo. Lo normal es que en todas las cuestiones dude muchísimo: los zapatos que me voy a poner, lo que voy a comer o si quiero ver una película u otra. En la música, desde que escribo la primera línea, siempre voy en la misma dirección.

P.- ¿Son ahora las letras sexualmente más explícitas o es que en inglés nos enterábamos menos?

R.- Sí, de hecho en inglés nunca me he atrevido a tocar ese tema porque es muy delicado. En Tu labio superior lo trato con cierta ironía y humor, a veces de manera metafórica. Ha salido así, no sabría decirte por qué, pero he encontrado la manera de hacerlo y ha sido muy tentadora.

P.- Los textos son ahora en castellano pero sigue yendo a EEUU a grabar. Salvando las distancias, ¿por dónde cree que van la escena estadounidense y la española?

R.- Nueva York es un lugar de intercambio de ideas, un mundo muy vivo, muy abierto. La música en España pertenece más a un submundo; aquí se pasa más tiempo hablando de música que haciéndola. Pero en los últimos años hay una nueva generación de músicos que hacen las cosas de otra manera. Ha habido un enriquecimiento general. Soy muy optimista porque, cuanto más tiempo pasa, más tradición pop hay.

P.- ¿Alguna vez le ha resultado molesta la imagen dulce que proyecta?

R.- No, que va. Aunque trato de integrarlo todo, ésa es una de las cosas que tengo a favor y una parte fundamental de lo que hago.

P.- En el libro Serge Gainsbourg: la biografía (de Sylvie Simmons), se decía que era escrupulosamente ordenado porque el gran desorden estaba en su cabeza. ¿Le sucede algo parecido?

R.- Sí, también lo he leído. Yo vivo en el caos, interior y exteriormente, lo cual es bastante obvio (ríe).

P.- Revele el secreto: ¿cuál es la distancia adecuada (título de su primer single)?

R.- Mmm, todavía no lo sé. Creo que en el vídeo sugerí que eran cuatro pasos, tres palmos y siete dedos… (ríe). Hay una especie de lucha de poder en cada pareja, según la cual si uno da un paso hacia delante, el otro lo da atrás. Se trata de la distancia a la que te tienes que poner de alguien para no ser avasallado y no avasallar, para salir sano y salvo.


* Entrevista por Cristina Álvarez Cañas.

** Confidencias de los dos artistas en el cara-cara que mantuvieron para Heineken.es

lunes, 16 de agosto de 2010

'Paris pas cher' (Memoria de estancia II)

Panorama de la ciudad desde el parque de Belleville

Belleville y Montmartre: a vista de pájaro

Una visita a París no sería lo mismo sin admirarla desde las alturas. La alternativa a los 13 y 11 euros de las vistas desde la Tour Eiffel y la de Montparnasse es la basílica del Sacre Coeur, en la cima de Montmartre. A ella se sube a pie o mediante funicular (1,70 euros).

En el noreste se encuentra la otra colina que flanquea París y sobre ella el parque de Belleville (en el distrito 20), a donde muchos parisinos acuden a ver atardecer. Si es sábado podrá encontrar, además de un mercadillo, representaciones de teatro callejero y vecinos vendiendo porciones de gâteau au chocolat (pastel de chocolate) por 50 céntimos. Este barrio de tradición obrera que vio nacer a Edith Piaf cuenta cada día con más adeptos debido a su diversidad cultural y artística. La Rue Dénoyez, por ejemplo, es un santuario del arte del grafitti.

La Rue Dénoyez, un lugar para el arte callejero

Con las primeras luces, no muy lejos de Belleville, escogemos el Canal de Saint Martin para ir a cenar. Se llega a través la Rue des Récollets, en cuyos bares se puede improvisar un aperitivo francés pidiendo un kir cassis (vino blanco con licor de cassis) o un mónaco (cerveza con granadina). De entre las brasseries de alrededor de los muelles (quais), Le Valmy, con terraza en verano, sirve un esmerado confit de pato por menos de 15 euros.

Si nuestro presupuesto es más ajustado siempre cabe la posibilidad de alternar por los bares más baratos de la calle de moda: Oberkampf, partiendo del metro Parmentier, o planear un picnic nocturno y clandestino a los pies de la Torre Eiffel.

Incluso es posible cenar gratis en el café Babel (Boulevard de Ménilmontant, 109): los jueves cada consumición incluye el típico moules et frites (mejillones con patatas fritas) y los viernes cuscús.

Sin abandonar el canal, el club Point Ephemère programa sesiones de música electrónica, a lo que la Favela Chic (Rue du Faubourg du Temple, 18) añade ritmos brasileiros. Para una copa más tranquila, la Rhumerie del boulevard de Saint-Germain, con más de 75 años de historia antillana, dispone de múltiples variedades de ron desde los cinco hasta los ocho euros. Un bon marché teniendo en cuenta que en París un combinado en una discoteca ronda los 12 euros.

* Texto y fotos: Cristina Álvarez Cañas

'Paris pas cher' (Memoria de estancia I)

La Torre Eiffel desde Montmartre

Diez meses sin parar en París. De norte a sur y de este a oeste. La huella de la estancia física -aunque este blog no se refiera a estancias físicas-. Algunas recomendaciones, para no gastarse demasiado dinero durante una escapada, en este reportaje publicado originariamente en OchoLeguas.com (El Mundo.es)

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En francés no existe la palabra barato y muchos pensarían que en París tampoco. Caprichos idiomáticos. Directamente se hace uso de la expresión pas cher -que quiere decir no caro-, o si no del binomio bon marché -que significa algo así como ganga-. Demasiadas películas, libros y fotografías remiten al mito intangible construido alrededor de París que, como si fuera un maniquí de pret à porter, vive encorsetada en su imagen de lujo y opulencia.

Rastrear rutas más asequibles que el gran París de los Campos Elíseos puede ser muy gratificante. Sobre todo cuando uno visita la capital de Francia en estos tiempos ajustados y ha de atribuirse las palabras que Ernest Hemingway acuñó en su etapa parisina: «Éramos pobres pero muy felices».

Precisamente este recorrido comienza en la casa en la que el escritor de Illinois habitó en 1922. Ese número 74 de la calle Cardinal Lemoine nos conduce inmediatamente a la plaza Contrescarpe, a la que deja atrás en uno de sus extremos la larguirucha Rue Mouffetard. Una callejuela llena de comercios cuyo nombre deriva de la palabra mofeta. Pero allí todos los olores son buenos y algunos despiertan el estómago. Provienen de Chez Nicos, un pequeño establecimiento donde probar sus excelentes galettes (crêpes salados) por menos de cinco euros, como la que combina queso de cabra, patata y champiñones (4,5 euros).

Hora de cenar en la Rue des Canettes

Las crêperies están por todas partes. Recomendamos la animada Rue des Canettes, en Saint-Germain-de-Près. Una vez allí, se puede aprovechar y entrar gratuitamente en la Iglesia de Saint Sulpice para contemplar los frescos de Delacroix. Sin abandonar la zona, en la Rue de Seine, se encuentra la mejor heladería de París, Grom, que compite discretamente con las afamadas Berthillon y Amorino. Si se ha optado por seguir las huellas literarias del Barrio Latino, la próxima parada será la librería Shakespeare & Co, con ejemplares de segunda mano a buen precio entre las mismas paredes que en su día sirvieron de refugio a escritores de la Generación Perdida.

El interior de Shakespeare & Co invita a la lectura relajada


Le Marais: a las puertas de la Bastilla

Cruzando el Sena por el puente de Saint Michel se deja a la derecha la Catedral de Notre Dame rumbo a Le Marais, antigua zona pantanosa hoy convertida en núcleo de las comunidades homosexual y judía. Nuestro objetivo ahora es conocer el Museo Carnavalet. La historia de la ciudad desde sus orígenes romanos queda retratada a través de un legado que incluye piezas de mobiliario, artesanía y otras obras de arte. Y tampoco habrá que rascarse el bolsillo para entrar.

Ajetreo diurno en las calles de Le Marais

Si aún no se ha comido, en Chez Marianne (Rue des Hospitalières, 2) por un menú degustación asquenazí para dos personas pagaremos 26 euros. Y para disfrutar del postre -que bien podría tratarse de una delicatessen de la pastelería judía Murciano en la calle Des Rosiers- nos reservamos el paseo bajo los soportales de la Plaza de los Vogues, la más antigua de París. Además de curiosear por sus galerías de arte, en el número 6 se esconde la casa-museo donde vivió el escritor Víctor Hugo, que también es posible visitar sin desembolsar un euro.

Puede ser que tanto caminar haya hecho mella en nuestros pies y necesitemos un descanso. Atravesaremos de nuevo el río hacia la orilla izquierda para llegar al Museo Rodin. Por un euro (ver el museo completo cuesta 6) podremos acceder a sus jardines y contemplar, entre otras, la escultura de El Pensador mientras desde el césped se disfruta de las vistas a la cúpula de Los Inválidos.


Los jardines del Museo Rodin, uno de sus mayores reclamos

domingo, 25 de julio de 2010

L'accouchement

"Pero como Carlos, en todas las comidas, hablaba del crío, Emma acabó por pensar en él de una manera más continua. Deseaba un niño; sería fuerte y moreno, le llamaría Jorge, y aquella idea de tener un hijo varón era como una promesa de desquite de todas las impotencias pasadas. Un hombre por lo menos es libre; puede recorrer los países, atravesar los obstáculos, probar las dichas más lejanas. Pero a una mujer le está prohibido continuamente todo esto. Inerte e inflexible a la vez, tiene contra ella las morbideces de la carne junto con las dependencias de la ley. Su voluntad palpita a todos los vientos como el velo de su sombrero sujeto por un cordón; siempre hay algún deseo que tira, alguna conveniencia que coarta.

Dio a luz un domingo, a eso de las seis, al apuntar el alba. - ¡Es una niña!- dijo Carlos. Emma volvió la cabeza y se desmayó."

Y el Capítulo 3 de la Tercera Parte.

(Gustave Flaubert en Madame Bovary).

jueves, 10 de junio de 2010

Rock, Sexe et Poesie


The Doors escribieron una de las páginas más salvajes de la historia del rock. Los diez mandamientos del género llevados a su clímax.

Precisamente, ayer se estrenaba en los cines parisinos -distribuida por MK2- el documental 'When you're strange'. La cinta llevaba largos meses de exposición en diferentes festivales con un éxito destacado, sobre todo después de compararla con la película que hizo Oliver Stone en 1991. En aquella ocasión, a pesar la interpretación de Val Kilmer, los críticos la acusaron de no ser fiel a la verdadera personalidad del cantante de The Doors.

En marzo de 1971, Jim Morrison se mudó a París con su novia Pamela [Courson] para -sin saberlo- pasar los últimos meses de su vida. Ocurrió después de la grabación de 'LA Woman' y de verse envuelto en un proceso judicial en Estados Unidos.

En aquel contexto crispado de la Guerra de Vietnam, no era raro que lo que hacían o decían las grandes estrellas del rock, por lo que tenían de influyente, causara agitación pública hasta convertirse en un asunto de Estado como también se mostraba en el documental 'The US vs John Lennon'. Sin embargo, a diferencia de Morrison, Lennon quiso fehacientemente permanecer en Nueva York.

En 'When you're strange' se dice que cuando Jim Morrison se enteró de las muertes de Jimmy Hendrix y Janis Joplin aseguró que él sería el siguiente. Hoy su tumba en el cementerio Père Lechaise -el mismo que él había visitado atraído por el recuerdo de Edith Piaf u Oscar Wilde antes de fallecer el 3 de julio de 1971- es la más visitada aunque, debido a los sucesivos actos de profanación y al robo de un busto del cantante en 1991, las autoridades parisinas han decidido vallarla.

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Biolay, a vueltas con la 'chanson'

Benjamin Biolay o los vicios consentidos

A Benjamin Biolay la anglofilia le viene de lejos. De cuando de pequeño escuchaba el 'White Album' de los Beatles o leía a Scott Fitzgerald. De ahí a formar parte de una banda punk-rock u obsesionarse con el 'Meat is Murder' de los Smiths no hay mucho. Y sólo un paso más hasta dar con un primer trabajo como 'Rose Kennedy' (2001), un álbum conceptual alrededor de la familia del presidente asesinado, sobre todo, centrado en la figura de su hermano, el también malogrado 'Bobby' Kennedy.

Pero es difícil imaginar a alguien más francés que quien ocupa uno de los privilegiados inmuebles de Saint-Germain-de-Près o ha sido nuero de un símbolo nacional como Catherine Deneuve.

Estamos ante el nuevo gran cerebro de la música francesa. Compararle con Serge Gainsbourg es una obviedad, aunque su personalidad parezca mucho más introspectiva que la del prolífico autor de 'Historia de Melody Nelson'.

Una suerte de ojo que todo lo ve por cuyas manos han pasado Henri Salvador, Juliette Greco, Françoise Hardy, su propia hermana Coralie Clement y hasta la primera dama francesa, Carla Bruni, para la que produjo su disco de 2008, 'Comme si de rien n'était', y con quien se le ha relacionado últimamente, al parecer de manera equívoca.

Biolay abomina los estereotipos de la chanson. "Creo que la chanson no puede ignorar la existencia de The Velvet Underground o Nick Drake", ha declarado, y en ello justifica su libre discurrir entre el pop, la electrónica, las pinceladas jazz o su venerada tradición rock americana.

'La Superbe' es su quinto -doble- álbum, ambicioso, a veces oscuro, a veces luminoso, que él ha resumido así: "Es un disco épico, un ciclo de canciones que abre con una secuencia, el tema que da el título al disco, la vida de un personaje – que podría ser yo – durante un mes de verano. Todo es personal, pero nada es autobiográfico".



* 'La superbe' es el primer single del disco homónimo lanzado al mercado el pasado 19 de octubre.

** La pasada semana lo presentó durante tres noches en el Casino de París, agotando todas las localidades antes de tiempo.

*** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

sábado, 1 de mayo de 2010

'La silla de Fernando'

La vieja mercería de aquel pueblo de la sierra madrileña se llamaba París, como queriendo significar una pequeñísima mirilla hacia Europa. Es esa una de las primeras secuencias de 'El extraño viaje', un guiño del director al espectador para mostrar lo que la capital de Francia evocaba en aquella España en blanco y negro.

En el auditorio, a oscuras, al tiempo que en pantalla aparecía el luminoso de París junto al gesto pacato de la actriz Mª Luisa Ponte -cuyo personaje es el dueño de la mercería y guardián de la moral y las buenas costumbres en el lugar- se escuchaba también un unánime coro de sonrisas.

La película, de 1964, estaba incluida dentro del ciclo que el pasado mes de noviembre el Instituto Cervantes de París dedicó a Fernando Fernán Gómez. Para una expatriada en la capital de Francia, después de trabajar en una soberbia colección sobre los acontecimientos históricos de los últimos 70 años en España, aquello era como volver a casa.

Lo fue, no sólo en sentido figurado. Allí me encontré a Enrique Camacho, director del centro, con quien Juan Carlos Laviana -director adjunto de 'El Mundo'- había tratado en Madrid para hacer llegar aquellas colecciones a las sedes de todo el mundo.

Durante nuestra charla, se mostró entusiasmado con todo el trabajo. Me contagió. Cuando en un periódico no perteneces a la edición diaria pierdes la perspectiva. Te crecen telarañas y acabas instaurándote en otra realidad, en otro siglo, en otra época.

En noviembre de 2009 se cumplieron dos años del fallecimiento de Fernando Fernán Gómez y aquella muestra reunía otras películas como 'Mi hija Hildegart' (1977) o 'El viaje a ninguna parte' (1986). La retrospectiva se cerraba a través del visionado de 'La silla de Fernando', un documental que David Trueba y Luis Alegre rodaron en 2006.

Durante la entrevista, Fernán Gómez se retrata a sí mismo en un sincero vis-à-vis donde se descubre a un hombre hecho a sí mismo: polifacético, contradictorio, culto y con gran sentido del humor. Una enorme figura de la que todo país le gustaría presumir.

Habla de España, "a la que ama y desconoce" por igual, con cierta distacia. Reconoce que en "aquel momento" apoyó el golpe franquista porque "lo otro le parecía una barbaridad". Su posterior trayectoria ha corroborado una postura vital más allá del lastre de las dos españas, estigma del que, sin embargo, aún hoy no escapa la cultura oficialista.



"Ni ese color de pelo ni esos ojos son de español", en alguna ocasión le recriminaría más de uno en tono de humor.

* Extracto del documental de David Trueba y Luis Alegre 'La silla de Fernando' (2006).

** Texto: Cristina Álvarez Cañas

miércoles, 21 de abril de 2010

Don't look back in anger **

'British summer' en Trafalgar Square


No sé si el giro que los hermanos Gallagher dieron al título del dramaturgo inglés
John Osborne 'Look back in anger' para una de sus canciones más conocidas fue intencionado o no.

También, en relación al nombre ('Recordando con ira'), cuesta pensar* que la personalidad de los dos líderes de Oasis no atienda en ninguna medida a ése, uno de los siete pecados capitales. No hay más que guiarse por el comportamiento que han exhibido durante estos años en los medios. Su carácter ignominioso, tan de currito británico*, recuerda al del protagonista principal de la obra teatral de Osborne, Jimmy Porter, cuando en escena despotrica contra todo:

- "Santo Dios, ¡cómo detesto los domingos! Son tan deprimentes, siempre lo mismo. Nunca podemos hacer otra cosa, ¿no es así? Siempre el mismo ritual. Leer los diarios, tomar el té... Pocas horas más y habrá pasado otra semana. Nuestra juventud se nos va. ¿Os dais cuenta de eso?".

-"Sí, claro que nos damos cuenta, Jimmy", dan ganas de contestarle. "¿Pero qué podemos hacer? Al menos tú vives en 1956, en ocho años llegarán los laboristas al poder y aún te quedan paseos y conversaciones por el Carnaby Street del Swingin’ London y el flower power del verano del amor (67)”.

En 2009 vivimos en un hedonismo raro. La gente disfruta, pero, al igual que el personaje de Osborne, es infeliz por aburrimiento. En ese sentido, Jimmy Porter se adelantó a su tiempo. Parece que pertenezca más a nuestro siglo que al pasado, cuando las tensiones entre los dos bloques antagónicos, aún en pie, y la Guerra Fría eran un debate con el que todo el mundo podía entretenerse. No sólo como causa política, sino también como pretexto para hermanarse en una fiesta orgiástica hippy.

Hoy sabemos de tantas batallas y tan complejas con las que distraerse que la
agenda-setting está desbordada y aún así los telediarios hacen lo que pueden para no desviar la atención de los cuatro temas que interesan a los que interesan. Y puesto que no lo consiguen del todo, por lo menos, para cumplir con cierta cuota de honestidad, al final de cada informativo podrían exhibir una parcarta con un eslogan del tipo: Si usted es un rebelde, con o sin causa, no pierda el tiempo irritándose en el sofá, levántese y búsquese su propia guerra. Muchos ya lo hicieron.

* (atención, prejuicio)


** Entrada publicada originalmente en el blog 'Déjese querer por una loca'.



Los hermanos Gallagher, paradigma del 'angry young man' de los 90's.

*** 'Whatever' fue publicado como single-cara b del álbum 'Definitely Maybe' en 1994.

**** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

sábado, 17 de abril de 2010

Buñuel, español

ANous Paris #470

"Il était français ou espagnol?"

Los despistes de Colin Firth durante la presentación de 'Un hombre soltero' en Francia.

martes, 6 de abril de 2010

Revivalismo modernista


'Miedo y asco en Las Vegas' es una película de Terry Gilliam basada en la novela con la que Hunter S. Thompson ejemplificó y justificó el Nuevo Periodismo a través de su distorsión surrealista de la realidad. En la banda sonora, se hacía un hueco el disco 'Surrealistic Pillow', de Jefferson Airplane, cuya portada original se exhibía este pasado invierno en la exposición Art Nouveau Revival del Museo d'Orsay.

The Doors, The Yardbirds, Greatful Dead y toda la tropa psicotrópica del Haight-Ashbury de San Francisco, que transformaron cualquier precepto teórico en libertad de acción y experimentación, también quedaban reseñados en las vitrinas.

De esta manera, la muestra parisina recordaba la reminiscencia tan sobresaliente que tuvieron los cánones del Art Nouveau europeo -léase modernismo- en toda la contracultura americana de los años 60 y 70.

Aquel movimiento que nacía con el siglo XX y era reivindicado para sí por los surrealistas en la década de los 30, en los 60 el hippismo lo integró hasta convertirlo en santo y seña de las nuevas artes: el cómic, el diseño gráfico, el interiorismo...

Dos exposiciones, una en Nueva York -Art Nouveau. Art and design at the Turn of The Century, en el MoMA, en 1959- y otra en París -Les sources du XXe siècle, en el Museo Nacional de Arte Moderno, en 1960-, iniciaron aquel revivalismo surrealista sustentado, más que en cualquier pilar onírico, en las drogas:





*'Miedo y asco en Las Vegas' está protagonizada por Johnny Deep y Benicio del Toro.

** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

sábado, 20 de marzo de 2010

Lo nuevo de F.H.


Hace dos meses que Françoise Hardy cumplió los 66. Y sigue igual. Igual de natural, igual de prudente e igual de talentosa con su voz. El cabello blanco y un único detalle de pintarse la raya de los ojos, como antiguamente, como ya hacía en 1964, le alejan de parecerse a las señoras de su edad que aman la exageración. Su nuevo disco, 'La pluie sans parapluie'* ('La lluvia sin paraguas'), estará en las tiendas en diez días y ya tiene single: 'Noir sur blanc'.

En 2006, Juan Pablo Silvestre, en una entrevista que le hizo en 'Mundo Babel', Radio 3, le preguntaba por su relación con las estrellas de rock de la época cuando a mitad de los 60 visitaron París:

- "Los Beatles, los Stones, Bob Dylan... me sentía muy pequeñita a su lado... Todos me fascinaban aunque mi favorito era Mick Jagger, él estaba por encima del resto, era irresistible desde cualquier punto de vista, por su carisma y su presencia escénica. En conjunto prefería las canciones de los Beatles a las de los Stones, pero individualmente tenía especial predilección por él...".


Françoise Hardy y Mick Jagger retratados en Londres en 1965 por Jean-Marie Périer, su pareja en esos momentos.

*Radio France le dedica un especial donde se puede escuchar el disco entero que se edita digitalmente el 22 de marzo y físicamente el día 29.

** Texto: Cristina Álvarez Cañas.

martes, 16 de marzo de 2010

Déménager (del 9e al 14e)

"Así, que ésta era la maravillosa suite de que hablaba en Nueva York. ¡La rue Lafayette! Allí, en Nueva York, me parecía que debía de ser una calle importante. Creía que sólo millonarios y mercaderes de perlas vivían en esa calle. Cuando estás al otro lado del charco, parece algo maravilloso, la rue Lafayette. Lo mismo ocurre con la Quinta Avenida cuando estás aquí. No puedes imaginar las pocilgas que hay en esas calles elegantes".

(Henry Miller en 'Trópico de cáncer').

sábado, 13 de marzo de 2010

Des américaines à París: Lila Downs


Cuando Lila Downs (Oaxaca; México, 1968) canta la versión de 'Perhaps, Perhaps, Perhaps' popularizada por Nat King Cole, a ojos desconocidos, es una expatriada que vive en Nueva York. Pero cuando entona 'La cumbia del mole', de cosecha propia, representa la voz de su comunidad indígena -los mixtecos- de Oaxaca, donde reside en periodos invernales como ahora.

Es la cara y la cruz de llevar un apellido yanqui, aunque a diferencia de muchos otros artistas crecidos a caballo entre norte y sur, ella mantiene las dos identidades con pulcritud, sin que una contamine a la otra para desgracia de esa tercera vía llamada spanglish. "Mi vida ha sido un intercambio de culturas un poco doloroso por cuestiones políticas pero enormemente rico porque el origen indígena de mi madre le da mucho sabor a mi familia", afirma con orgullo al otro lado del hilo telefónico.

La suya es una existencia tan casual como extraordinaria de la que tuvo culpa un ave migratoria. "Mi padre era cineasta y biólogo. Él seguía un pato que emigra de Canadá a la península del Yucatán y así es como conoció a mi madre, que cantaba en un lugarcito donde él se enamoró".

Sin embargo, su primer disco en directo, que ahora presenta en nuestro país, no lo ha grabado ni en México ni en Nueva York sino en París, y se forma por 15 temas escogidos "bajo el criterio exclusivo del público". 'En París' -la gira y el álbum- es un carnaval multicultural y multiinstrumental formado por nueve experimentados músicos de diferentes nacionalidades entre los que figura Paul Cohen, marido y supervisor de la carrera de Lila.

En él, esta versátil artista recoge parte de su ya extenso currículum -tiene seis discos de estudio- con un arropo masculino -todos son hombres- que subraya su atractivo azabache de hechicera ancestral: "No creo que la tradición esté reñida con la sensualidad. En Occidente se cree que si una chica porta trenzas no es sensual, pero en las montañas de Oaxaca o del Michoacán a los hombres les encantan»", afirma la misma mujer cuya necesidad biológica de ser madre se vio frustrada hace cuatro años.

El empujón para salir de aquel bache se lo dieron su compañero sentimental y sus amigos, entre los que están Bunbury y LaMari de Chambao. Ambos participaron en 2009 en su disco 'Ojo de culebra', nominado a un Grammy, que le propulsó dentro del mercado estadounidense. Allí el término latino y sus escisiones musicales se diluyen en la propia reinvención de la palabra para poder resumir una realidad compleja que supera al reino de Obama. Ella se posiciona al respecto: "No creo que la concepción de lo latino nos afecte negativamente, aunque a veces se utilice de manera política".

Ahora se divide -como de costumbre- entre norte y sur, con un proyecto para Broadway y, sobre todo, un disco de mariachis, a sabiendas del aluvión de críticas venideras por parte de quienes le reclaman su lado contestatario e indígena: "Tengo la oportunidad de hacer algo que me apasiona y, aunque haya voces disconformes, lo voy a hacer". Lo dice con tanta amabilidad y dulzura que su tono de voz lima la contundencia perpetrada por escrito. Chavela Vargas le ha cedido oficialmente el testigo; si no canta ella mariachis, ¿quién lo va a hacer?



* Entrevista por Cristina Álvarez Cañas para Metrópoli (El Mundo), 12 de marzo de 2010.

sábado, 27 de febrero de 2010

Rodando cabezas

“¿Sabes realmente cuál es mi lamento histórico? Es que aquí nos faltó una guillotina al final del siglo XVIII. El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza. Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media. Eso lo hemos hecho luego, hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ése, el final del XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso las de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España. Nadie lo hizo, perdimos la ocasión, y aquí seguimos todavía, arrastrando ese lastre que nos dejaron aquellos que sobrevivieron y que no tenían que haber sobrevivido”.

*Arturo Pérez-Reverte sobre la Ley de Memoria Histórica en 'El Cultural'

domingo, 14 de febrero de 2010

'Tu es très mignon' (You're very cute)

Esta semana en la que la Super Bowl volvía a batir récords de audiencia (más de 106 millones de espectadores), Google también sorprendía durante la pausa de publicidad con estos 52 geniales segundos:



(Feliz día de San Valentín, aunque lo odiemos...)

lunes, 8 de febrero de 2010

En el Museo d'Orsay

Foto: Stephen Carlile

Escucho, leo u olisqueo la palabra ‘revival’ y una bombilla se enciende en mi cabeza.

19.20h Museo d'Orsay. Uno de los predilectos de París. Es el último día para ver la exposición ‘Art Nouveau Revival’. Último día y última hora, los jueves los museos son generosos y alargan su horario.

Me abalanzo sobre la escalinata de esta antigua estación de tren convertida en pinacoteca impresionista. Una cola tremenda me despierta cierta pereza (soy de las de "el museo sólo para mí") pero recuerdo haber leído en mi guía que la puerta C es para la gente con otro tipo de acceso. Yo, que tengo mi carné de prensa ganado a pulso, voy a intentarlo.

En la entrada, un agente de seguridad me dice algo que no entiendo. Como de costumbre sonrío mientras cambio la mirada y a continuación entro por la puerta de cristal giratoria. Estoy inquieta porque me he dado cuenta de que mi pasaporte vip ha caducado el 31 de diciembre (mierda).

De todos modos, decido asegurarme de que el carné de prensa otorga algún privilegio de casta –la visita gratuita-. Veo entonces la palabra información sobre un mostrador. Primera reacción: escurrirme como puedo entre el estrecho margen que separa el cristal del poste de la cinta que impone una fila india y obtener así una respuesta rápida.

Fenomenal. La señorita del mostrador da luz verde a mi deseo aunque me dice que recoja antes una entrada testimonial en las taquillas.

Bien, ahora que ya me he quedado tranquila retrocedo al momento en el que estaba entrando por la puerta… Oh, oh… Me percato de que he librado ilegalmente el control de seguridad –como el de los aviones- y, aún peor, sin que nadie me haya visto ni dicho nada (¡!). Silbo, como en los dibujos animados. Después de unos segundos de autorecriminación (eres una anarquista, inofensiva, sí, pero sin remedio) tiro pa’lante y me encuentro con que la única cola, la interminable que había visto en el exterior, dentro del edificio se divide en varias. Por un momento me siento fatal, pero no hay vuelta atrás. No me queda otro remedio que volverme a colar…

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

domingo, 31 de enero de 2010

'How to become Parisian in one hour?'

En esa pretensión que me perseguía cuando llegué a París de encontrar los rastros de vida anglosajona en la ciudad, me hice una pequeña lista con todo posible evento que pudiera interesar a un angloparlante expatriado. Descubrí entonces que Francia, además de recibir con los brazos abiertos a los americanos, les ofrece una cuota cultural en su propia lengua.

“How to become Parisian in one hour?” es un monólogo humorístico que poco tiene que ver con cualquier monologuista de tradición norteamericana que hayamos visto en televisión.

El protagonista -Olivier Giraud- no es ni soso ni feo ni tiene problemas con las mujeres. Tampoco podría pasar por un intelectual neoyorquino que mira a Europa con complejo. Giraud es un actor de comedia francés que con asombrosa presencia escénica y enormes dotes de expresión corporal rebate –no conocemos el grado de intencionalidad- un pensamiento extendido: el que los franceses no saben reírse de sí mismos.

La primera fase de su estrategia publicitaria es dar la razón a los visitantes que creen –son la mayoría- que los parisinos abusan a menudo de los malos modos cuando se dirigen al turista: “¿Te encanta París pero crees que sus habitantes son maleducados? ¡Es verdad, lo son!”, anuncia en su espectáculo. La segunda consiste en empujarles a despojarse del comportamiento cívico aprendido: “Tú, en cambio, eres demasiado atento y quieres llegar a ser arrogante”. Así lo/se presenta.

Aún pareciendo ser intencionada, su actitud, políticamente incorrecta, saca los colores a los espectadores sentados en primera fila (con los que de vez en cuando dialoga).

Admite que le costó encontrar un teatro en todo París que le cediese su escenario (en este caso por ser una obra “100% en inglés”). En la actualidad le va tan bien que este año tiene previsto hacerse las Américas.

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

martes, 29 de diciembre de 2009

I ♥ León

No es usual que nuestra pequeña ciudad se sitúe en el mapa de un escritor como Paul Auster. Éste aprovechó su intención de pasar la nochevieja en París para hacer –junto a su mujer, la escritora Siri Hustvedt- parada y fonda en León donde recogió el premio que cada año, por décimo consecutivo, otorga el Club Leteo. No sabemos cómo se las apañan, pero no es la primera vez que dicha asociación atrae a literatos de renombre internacional; el francés Houellebecq –del que dicen es alérgico a todo lo que huela a periodista- también sucumbió en su día a la ciudad del Bernesga.


La vida de este neoyorquino de pro no siempre ha transcurrido en Brooklyn, a mediados de los 60 (mal)vivió en París haciendo traducciones. Dos de los aforismos que dejó estas Navidades en León bien podrían ilustrar las aspiraciones del talento norteamericano que antes que él piso suelo francés: “Me gustan los buenos modales, la buena educación” y ”Escribir es una manera terrible de vivir”.

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.

domingo, 18 de octubre de 2009

Grandes ceremonias

Una de las cosas que yo creo más puede incomodar a un escéptico crónico (por enfermedad) son los mitos. Porque se alimentan de mentiras o de lo que es peor, de espejismos, que son mentiras encubiertas o verdades a medias. Mucho más doloroso.

El gran mito de Francia es la Torre Eiffel (1). Por ejemplo, para los americanos es simple: Francia es París, París es Europa y la Torre Eiffel vuelve a ser toda Francia. No quieren saber mucho más, se salva la Costa Azul. Y resulta que este monumento universal es un mito que sólo tiene un siglo de vida...

De ese imaginario colectivo surge la necesidad de que la cita con esta gran dama sea un chispazo con el que sufragar el resto de tu vida. Seguramente por eso yo había ido retrasando conscientemente ese instante. Debía ser una gran ceremonia.

Pero dejémonos de tonterías, las grandes ceremonias, las de verdad, no se planean. Así que, rendida ante esta evidencia y en una de las últimas tardes de bochorno que le quedaban a esta ciudad, me subí en el 32 directamente hasta Trocadero.

Desde este espacio abierto el icono francés es un regalo para la vista y la memoria. Yo quería abordarlo desde arriba, pequeñito, inofensivo y en forma de A, principio de abecedario, comienzo de algo. Y después, a medida que me fuera acercando, comprobar cómo su in crescendo era inversamente proporcional al terminar del día. Ésa era mi "gran ceremonia".

Sólo la chafó la imagen de una Vespa -eso sí que sería una forma original de reencotrarse con ella- y la tentación de un carrousel. "Cosas así hay que hacerlas con alguien especial", pensé, y me di la vuelta algo tristona.

El camino de arenilla se hizo entonces más pesado. Me subí de nuevo al mirador y me senté estirada sobre su balaustrada. De pronto, las luces que la iluminaban con los tres colores nacionales se vieron acompañadas por otro parpadear intermitente (2) que hubiera resultado un complemento excesivo si no fuera porque París en sí ya es excesivo. Benjamin Biolay entonaba muy oportunamente cuando en cuestión de segundos cayó el diluvio universal. La corporeidad del mito desapareció (3) pero comenzó el mío propio.

Tanta agua caía y con tanta fuerza que nada se podía ver. Pánico de masas corriendo a guarecerse y esperar a que amainase. Lo hizo en menos de diez minutos, sin embargo la plaza ya había recogido el agua suficiente como para ver a la gran dama en simetría imperfecta y temblorosa (4). Y yo me fui toda contenta... invadida de fe y empapada como nunca.


(1), (2), (3) y (4).

* Texto: Cristina Álvarez Cañas.