"Pero como Carlos, en todas las comidas, hablaba del crío, Emma acabó por pensar en él de una manera más continua. Deseaba un niño; sería fuerte y moreno, le llamaría Jorge, y aquella idea de tener un hijo varón era como una promesa de desquite de todas las impotencias pasadas. Un hombre por lo menos es libre; puede recorrer los países, atravesar los obstáculos, probar las dichas más lejanas. Pero a una mujer le está prohibido continuamente todo esto. Inerte e inflexible a la vez, tiene contra ella las morbideces de la carne junto con las dependencias de la ley. Su voluntad palpita a todos los vientos como el velo de su sombrero sujeto por un cordón; siempre hay algún deseo que tira, alguna conveniencia que coarta.
Dio a luz un domingo, a eso de las seis, al apuntar el alba. - ¡Es una niña!- dijo Carlos. Emma volvió la cabeza y se desmayó."
Y el Capítulo 3 de la Tercera Parte.
(Gustave Flaubert en Madame Bovary).
domingo, 25 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Es una niña!- dijo él. Ella suspiró, retiró lentamente el mechón sudoroso pegado a la frente y se incorporó. Con las rodillas temblorosas pero el pulso firme y regular, alcanzó a coger su peine, con el que cada mañana desde hacía más de 9 meses se había cepillado su alabada melena azabache. Fiel a su ritual, comenzó a desenredarla mechón a mechón mientras se dirigía a la puerta del salón. El médico, los sirvientes, su marido e incluso el bebé, todos la contemplaban atónitos. En silencio. Ajena a su sorpresa, el sexo rasgado y los muslos ensangrentados, abandonaba la sala..
ResponderEliminarAhora quiero leerlo, gracias¡!
Qué gran continuación, Echo!! :-D
ResponderEliminar