lunes, 16 de agosto de 2010

'Paris pas cher' (Memoria de estancia I)

La Torre Eiffel desde Montmartre

Diez meses sin parar en París. De norte a sur y de este a oeste. La huella de la estancia física -aunque este blog no se refiera a estancias físicas-. Algunas recomendaciones, para no gastarse demasiado dinero durante una escapada, en este reportaje publicado originariamente en OchoLeguas.com (El Mundo.es)

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En francés no existe la palabra barato y muchos pensarían que en París tampoco. Caprichos idiomáticos. Directamente se hace uso de la expresión pas cher -que quiere decir no caro-, o si no del binomio bon marché -que significa algo así como ganga-. Demasiadas películas, libros y fotografías remiten al mito intangible construido alrededor de París que, como si fuera un maniquí de pret à porter, vive encorsetada en su imagen de lujo y opulencia.

Rastrear rutas más asequibles que el gran París de los Campos Elíseos puede ser muy gratificante. Sobre todo cuando uno visita la capital de Francia en estos tiempos ajustados y ha de atribuirse las palabras que Ernest Hemingway acuñó en su etapa parisina: «Éramos pobres pero muy felices».

Precisamente este recorrido comienza en la casa en la que el escritor de Illinois habitó en 1922. Ese número 74 de la calle Cardinal Lemoine nos conduce inmediatamente a la plaza Contrescarpe, a la que deja atrás en uno de sus extremos la larguirucha Rue Mouffetard. Una callejuela llena de comercios cuyo nombre deriva de la palabra mofeta. Pero allí todos los olores son buenos y algunos despiertan el estómago. Provienen de Chez Nicos, un pequeño establecimiento donde probar sus excelentes galettes (crêpes salados) por menos de cinco euros, como la que combina queso de cabra, patata y champiñones (4,5 euros).

Hora de cenar en la Rue des Canettes

Las crêperies están por todas partes. Recomendamos la animada Rue des Canettes, en Saint-Germain-de-Près. Una vez allí, se puede aprovechar y entrar gratuitamente en la Iglesia de Saint Sulpice para contemplar los frescos de Delacroix. Sin abandonar la zona, en la Rue de Seine, se encuentra la mejor heladería de París, Grom, que compite discretamente con las afamadas Berthillon y Amorino. Si se ha optado por seguir las huellas literarias del Barrio Latino, la próxima parada será la librería Shakespeare & Co, con ejemplares de segunda mano a buen precio entre las mismas paredes que en su día sirvieron de refugio a escritores de la Generación Perdida.

El interior de Shakespeare & Co invita a la lectura relajada


Le Marais: a las puertas de la Bastilla

Cruzando el Sena por el puente de Saint Michel se deja a la derecha la Catedral de Notre Dame rumbo a Le Marais, antigua zona pantanosa hoy convertida en núcleo de las comunidades homosexual y judía. Nuestro objetivo ahora es conocer el Museo Carnavalet. La historia de la ciudad desde sus orígenes romanos queda retratada a través de un legado que incluye piezas de mobiliario, artesanía y otras obras de arte. Y tampoco habrá que rascarse el bolsillo para entrar.

Ajetreo diurno en las calles de Le Marais

Si aún no se ha comido, en Chez Marianne (Rue des Hospitalières, 2) por un menú degustación asquenazí para dos personas pagaremos 26 euros. Y para disfrutar del postre -que bien podría tratarse de una delicatessen de la pastelería judía Murciano en la calle Des Rosiers- nos reservamos el paseo bajo los soportales de la Plaza de los Vogues, la más antigua de París. Además de curiosear por sus galerías de arte, en el número 6 se esconde la casa-museo donde vivió el escritor Víctor Hugo, que también es posible visitar sin desembolsar un euro.

Puede ser que tanto caminar haya hecho mella en nuestros pies y necesitemos un descanso. Atravesaremos de nuevo el río hacia la orilla izquierda para llegar al Museo Rodin. Por un euro (ver el museo completo cuesta 6) podremos acceder a sus jardines y contemplar, entre otras, la escultura de El Pensador mientras desde el césped se disfruta de las vistas a la cúpula de Los Inválidos.


Los jardines del Museo Rodin, uno de sus mayores reclamos

2 comentarios:

  1. Qyé maravilla. Ahora tengo más ganas de ir, si cabe. Enhorabuena por el repor, ha quedado estupendo. Quiero un crêpe ahora mismo!

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  2. Jajaja, Auro, justo me estaba acordando de ti viendo Madrileños en el Mundo en Guinea Ecuatorial, y cuando el otro año llamé para que fueran a Jo'burg a verte... xD Los crêpes hay que probarlos allí, aunque el otro día tb los servían enfrente de la Catedral en León ;-)

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